Apretando los cordones de las deportivas viejas, pantalón corto y camiseta del “enchufado”, comenzando a comer metros al asfalto, los caminos gravillados, a veinte metros del agua del gran “Ebro”, venido a menos, con cauce y corriente de agua casi invisible;…el corredor de la ribera comienza su espectáculo de ejercicio moderado, cruzando la fauna humana pobladora de las tardes zaragozanas, mujeres jóvenes, maduras entraditas en carnes, jubilados que arrastran su cuerpo luchando contra el tiempo,….y los “paseantes” de perros, con bolsita, otros sin ella, se cruzan con el corredor, el paseante, en un desfile de rostros anónimos, variopintos, de razas, de colores; los hay delgados y delgadas, obesos y obesas, gente que te mira, otros no tanto, absortos en la música de su ipod, auriculares grandes, medianos pequeños,…..en fin una atractiva fauna social se abre ante los ojos del corredor,…..y luego están las bicis, que todo lo “inundan”, por su carril, fuera de él cuando el peatón lo in...
Susurros al oido, desde la palabra, como arma contra el desaliento