Paseando por nuestros pueblos, uno siente la soledad, la desazón provocada por una tarde lluviosa.-Como fantasma deambulando por sus calles vacías, fachadas de viviendas destrozadas, castigadas por la lluvia y el viento.-Ventanas atrancadas, sin cristales a la vista, solares llenos de matojos, hierbas, latas .- A lo lejos aullidos de un perro, que vaga, dirige la mirada sorprendida al paseante.- Garrafas y botellas de agua en puertas protegidas por chapas “anti-agua”.- Calles llenas de recuerdos en la mente del olvido.-El silencio nos acompaña, cuando cae la noche, las primeras gotas, impactan en el cristal, y a través de la cortina vemos la cara de la soledad, del abandono, de la tristeza del alma, o el alma sumida en la tristeza.- Se acabó el verano, no se oyen apenas voces de niños, y todo hace indicar que en breves días comenzaran a humear las chimeneas, que entre la niebla primera de otoño, esparcirá sus primeros brotes de humo blanco, como bandera de que en alguna casa, ex...
Susurros al oido, desde la palabra, como arma contra el desaliento