Tan importante en la vida como tener un objetivo temprano, luchar por él intentando conseguirlo, siempre mirando hacia delante, y renovar las fuerzas y el entusiasmo que alimente dicha máxima; es de rigor y obligación para el enriquecimiento personal del individuo, el que independientemente del estatus social, económico y laboral conseguido a lo largo de la carrera por la supervivencia, repentinamente y de forma constante miremos hacia atrás.-
No es buena señal, perder las señas de identidad personal y social, el origen del ¿de dónde venimos? ¿Qué y quién eran nuestros padres y abuelos?... ¿donde nacimos y nos criamos?
La ubicación o logro social alcanzado a lo largo de la vida, a veces trampea nuestro pasado, bien de forma intencionada, o bien por omisión amnésica interesada por el propio individuo.-
Siempre han existido las clases sociales, los estatus laborales, económicos y por supuesto culturales.- Existirán siempre y cada uno de nosotros buscamos con ansiedad a lo largo de la vida la ubicación en la pirámide.-
Bien por los que nacidos en su base consiguen llegar casi a la cima, es una satisfacción ególatra que todo individuo practica.- Pero hay algo detestable, la renuncia a reconocer nuestra partida desde la base, como sí en determinados momentos nos avergonzásemos de la distancia alcanzada entre el comienzo y el final alcanzado.-
El desasosiego social que vivimos, las luchas encarnizadas que nos esperan, hace que con relativa frecuencia uno se cruce con individuos y opiniones tan laxas, que parece a veces uno conversa con la estupidez y la ignorancia avergonzada, ante la negativa de cada uno a reconocer su base, su origen y sus honorables ancestros.-
Chapó para el hijo de obrero que llega a abogado de prestigio o ejecutivo de una gran empresa, pero eso no exime ni justifica comentarios despectivos, clasistas o excluyentes para aquellos que ahora ocupan el rincón de sus orígenes.-
Nada hay que avergüence más, que mirar por el retrovisor, y siempre encontrarlo empañado.-
MUY BIEN
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