Si…., esos somos nosotros, los fieles, los seguidores, igual que otros son “de la Roja”, nosotros no fallamos, porque sus conciertos, tienen algo de mucho, poco de nada, y una carga nostálgica que no entendemos que les transmite a los de veinticinco.- Los preparativos, las colas al pabellón, la gente con un gusanillo nervioso, como si te fueses a casar.- La “erótica” del concierto, la llaman algunos.- Ese encuentro con tus afines, de edad o de sentimiento, de pirámides nostálgicas que no se olvidan, de canciones bailadas en los primero agarrados de pareja, oliendo el perfume del cuello de esa mujer, a la que como ellos dicen, aun siendo difícil, era algo más factible “tocarle el final de la espalda” con la música de fondo de 19 días y 500 noches.-
Recuerdos de noches de agosto, verbenas interminables, pero al final, como preludio del acercamiento, la voz ronca de Sabina, inundando de poesía la plaza del pueblo, hacía esperable, lo imposible o posible lo inimaginable.- Ahí estábamos nosotros, incluso dejando escapar alguna lágrima tonta, no se sí por nostalgia, o por el pudo ser y no fue.-
Las gradas llenas, la pista también, donde se ríe, se habla y se canturrea esas melodías de tantos años, que necesitamos algunos, para recordarnos lo que fuimos , los que somos y lo que podríamos ser, a nada que el desanimo sea derrotado de nuestro alrededor.-
Gracias al ronco sonido del de Úbeda, y al antiguo Mediterráneo del Serrat, me hizo sentir más vivo, mas presente, y enamorado de alguna juventud que es capaz de sentir y transmitir la poesía y el sentimiento que emanaban esos dos pájaros, artistas del escenario, ídolos de la comunicación a través de la canción.- Ahí ¡estuvimos, con la cerveza en la mano, aunque sin el cigarro de la risa, porque no lo necesitamos…….¡todavía!.......y a pesar de los pesares.-
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