El mundo por Montera
Capitulo primero
Amanece en
Puebla del Duque, un municipio de Aragón, el treinta de noviembre del año 1933;
mañana plomiza, de frescor y humedad mezclados, convirtiendo el cierzo suave,
en un aviso atenuado del frio invernal y lluvioso que en éstas tierras se
prodiga, alternando alguno seco cargado de hielos (chupones o carapitéeles) que
fiel a su cita anual suelen comenzar su presencia, para la Inmaculada. -
Lentamente, comienza la actividad, los carros cruzan la plaza y la calle
mayor en dirección a los campos de extrarradios, Camino del Duque, el Bolar, la
huerta los pochos, los tres caminos, la foladaza; la remolacha está esperando en los campos de
pequeños minifundistas, las manos secas y regadas de cribazas, de los hombres y
sus mujeres, mientras arrean las mulas
que tiran de carros con ruedas de madera y llanta de hierro, despertando un
sonido seco en la calle Mayor, de las pocas empedradas de la población.-
Son las
ocho y media de la mañana, y puntual, el tartano a gasoil del coche de correos,
llega a la oficina postal del ayuntamiento.
¡Buenos días
Alfredo!
¡Buenos
días Ramón!
¿Traes
mucha caña para repartir hoy?
¿Qué voy a
traer? Lo de siempre, el Noticiero un ciento cartas, dos giros, cuatro certificados y el llamamiento a los
quintos para la Caja Reclutas…
¡Malos
tiempos se avecinan para servir al ejercito!
Por lo que
dice el Noticiero, las cosas están revueltas por las capitales, con la
República, los militares, los curas, y la madre que parió
Alfredo,
¿se ha muerto Evarista la mujer de Pedro, el montera?
Si, la
entierran hoy a las cuatro. -
Ramón se
apresura a descargar la última de cinco sacas, lanzándolas al patio del ayuntamiento, mientras sus
“chemecos” frutos de su barriga, casi se oyen desde la cercana plaza de la Iglesia.
-
Bueno Alfredo, me tiro para Muniesa…
¡ten
cuidado por las cocotas! Aunque allí no llegará la niebla y hoy creo que aquí
no faltará
En el
chorro tienes dos viajeros, ¡uno pa Albalate y otro que no se ande va!
¡Hasta
mañana Alfredo!
Dos
cuerpos de hombre con uniforme, capa y tricornio, se dirigen por la calle Mayor
hacia el ayuntamiento, uno de ellos con fusil al hombro, el otro lleva en su
mano una carpeta azul, que agarra con fuerza…ambos marcan el paso casi al
unísono, entre las miradas esquivas de los agricultores en carro con los que se
cruzan...
¡Buenos
días Alfredo!
¡Buenos días Sargento!
¿Has
visto pasar a D. Sinforiano a buscar las llaves del consistorio médico?
No ha
llegado por aquí, no tardará
Los dos
guardias civiles, se dejan caer en el banco del porche municipal, con semblante
hastío y cansado, mientras adoptan una posición de vigilancia visual, sobre
todo aquel que cruza la plaza
¡Buenos
días sargento ¡
¡Buenos
días D. Sinforiano ¡
Nos
vamos de patrulla al barrio de la Estación, y antes si es posible nos entrega
el certificado de fallecimiento de la mujer de ésta tarde, para dárselo a Mosén
Nicolás…
Ahora
mismo se lo doy, lo llevo en la cartera.
¿Qué
tal las cosas por el barrio? ¿están tranquilas?
No
mucho, Don Sinforiano; han creado un sindicato de obreros de la Azucarera, y
están bastante pedigüeños, se ve que con la República tienen derecho a todo.
¡Buenooo,
calma, las cosas no saldrán de madre!
¡Tomen
el certificado ¡
¡Gracias,
don Sinforiano ¡¡ a la orden ¡
¡a
pasar buen día ¡
(*) D. Sinforiano, médico de Puebla del Duque, porta una presencia con
elegancia natural, abrigo largo ocre, americana oscura a rayas y corbata negra
sobre camisa rallada azul oscuro; es un hombre encuadrado en los poderes
facticos de los pueblos de la época, bien relacionado y respetado entre
alcaldía, guardia civil, y directivos de la Azucarera, empresa más grande de La
Puebla. -
La Puebla del Duque comienza
a tomar otra vida, gritos, carreras y saltos invaden las calles, con decenas de
pequeños dirección a la plaza del Granero del Duque, son las nueve y cuarto de
la mañana, y aunque la temperatura es fresca y húmeda, todavía muchos de ellos
llevan raídos pantalones cortos, que terminan en calcetines altos, o no,
depende la economía familiar.- Los cercanos a los catorce años anudan sus
cuerdas de la cintura alrededor de los largos de pana, con rodilleras, y
albarcas algo grandes en algunos casos.-las niñas con sayas oscuras largas,
gomas para saltar en el recreo, con aros de madera las menos y ellos dándole
patadas a un balón de vejiga de cerdo inflada, fruto de las primeras matacías
del cerdo.-
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