A la tragedia social y económica que supone actualmente las altas tasas de paro, se contrapone un fenómeno en auge, la retirada creciente del mundo laboral, de personas a partir de 55 años, en el sumun de su sapiencia profesional.- La tremenda reestructuración del sector bancario, seguros, e incluso administraciones públicas, amén de un sinfín de empresas de diferentes sectores primario, secundario y terciario; lleva aparejada como no la reducción de costes laborales para todas las empresas, que pasan por mandar a su casa a éste núcleo de población laboral, como material desechable, despreciando su experiencia y profesionalidad adquirida durante años de trabajo, cursos de formación y experiencias propias.-
Nada que objetar a éste proceso si viniese acompañado de un relevo generacional laboral, que para nada se produce, como así lo atestiguan los altos porcentajes de paro en los menores de 30 años.- El coste anímico y social de la crisis, genera un estado de ánimo derrotista en el personal laboral, ante la duda sobre el mantenimiento del empleo, del que todavía lo tiene.-
Innumerables los compañeros mayores de 50 años, que hacen cuentas con los dedos de los años que les quedan para el ERE o la prejubilación… ¡me cachis, me voy a quedar en puertas!
La perdida de autoestima profesional que las mismas empresas generan entre esta franja de empleados, ante la falta de recorrido de sus carreras profesionales, hacen que personas en plenitud física o intelectual, miren el final de sus actividades laborales en vez de afrontar por lo menos 10 años de plenitud profesional.-
Estamos ante un proceso de obsolescencia laboral programada, que condena a gente con ilusión y juventud psíquica, acompañada de un amplio bagaje experiencial a un estado de resignación profesional y laboral, esperando que este tsunami de destrucción de empleo, no le arrastre a él.-
Se ha determinado con frialdad, la edad media de aprovechamiento de un empleado, como si de un ordenador, frigorífico o televisor se tratase.-
Una autentica legión de ojeadores de obra, se aprestan a tomar las calles y la pregunta sería... ¿puede permitirse éste país una carga social tan escandalosa, para mantener en sus casas a profesionales experimentados en plenitud de sus facultades?
Nada que objetar a éste proceso si viniese acompañado de un relevo generacional laboral, que para nada se produce, como así lo atestiguan los altos porcentajes de paro en los menores de 30 años.- El coste anímico y social de la crisis, genera un estado de ánimo derrotista en el personal laboral, ante la duda sobre el mantenimiento del empleo, del que todavía lo tiene.-
Innumerables los compañeros mayores de 50 años, que hacen cuentas con los dedos de los años que les quedan para el ERE o la prejubilación… ¡me cachis, me voy a quedar en puertas!
La perdida de autoestima profesional que las mismas empresas generan entre esta franja de empleados, ante la falta de recorrido de sus carreras profesionales, hacen que personas en plenitud física o intelectual, miren el final de sus actividades laborales en vez de afrontar por lo menos 10 años de plenitud profesional.-
Estamos ante un proceso de obsolescencia laboral programada, que condena a gente con ilusión y juventud psíquica, acompañada de un amplio bagaje experiencial a un estado de resignación profesional y laboral, esperando que este tsunami de destrucción de empleo, no le arrastre a él.-
Se ha determinado con frialdad, la edad media de aprovechamiento de un empleado, como si de un ordenador, frigorífico o televisor se tratase.-
Una autentica legión de ojeadores de obra, se aprestan a tomar las calles y la pregunta sería... ¿puede permitirse éste país una carga social tan escandalosa, para mantener en sus casas a profesionales experimentados en plenitud de sus facultades?
En los momentos de zozobra económica actuales no podemos permitirnos el abandono de sus puestos de trabajo de personas con tantos años de experiencia. Son trabajadores que tienen que ayudar a formar a futuras generaciones. En el otro extremo del mundo laboral están todos aquellos trabajadores que desempeñan labores fundamentalmente físicas y que este gobierno está empeñado en jubilar cerca de los 70 años. Son trabajadores que están expuestos en gran medida tanto a enfermedades laborales como a accidentes y sin embargo ven alejarse cada vez más su jubilación.
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