La gran espada tecnológica del siglo XXI ha fallado.- Mas de dos millones de usuarios en España, y casi 70 millones en todo el mundo, en un abrir y cerrar de ojos, han sido desposeídos de la espada de la información, necesaria e imprescindible para muchos, como arma de supervivencia tecnológica en estos tiempos que corren.- El aparatito en cuestión es la ventana de contacto permanente con la empresa, los negocios, y las relaciones personales.- El adalid tecnológico se ha desmoronado.- Un simple interruptor ubicado en Reino Unido, parece ser el causante de tal desaguisado que ha tenido desconectados durante cinco días, a multitud de ejecutivos, banqueros, en introvertidos particulares, que solo a través de ésta herramienta parecen tener conexión con “su mundo” real o imaginario, que ahora se ha desmoronado.-
¿Qué hay de aquellas relaciones personales o de negocio, que se fraguaban a través de una conversación personal y directa, sin presionar botoncito alguno?....Pues ni más ni menos que ha quedado reducida a lo testimonial.- Son éstos artefactos tecnológicos de última generación que enmudecen la palabra hasta parámetros testimoniales (hay quien ya solo la usa para hablarle a su perrito) los causantes de la desconexión social, entendiéndola como base de las relaciones humanas, personales y de negocio.-
La concentración exclusiva de la información, a través de un aparatito de poco más de 200g de peso, el manejo de la misma de forma preferente a través de dicho canal, nos convierto a ciudadanos en esclavos pensadores, en torno a un antro tecnológico, ahora llamado Black Berry y mañana dios sabe como.-
Pero, ¡hay amigo! Si no portas dicha espada, ni controlas con destreza su uso, estas marginado socialmente, del control y actualización constante de la información, a la que estamos abocados, salvo que quieras comprarte un “rebañito de cabras” y echarte al monte, olvidándote por completo de la sociedad actual.-
No digo que sea una alternativa fiable, pero si recomendaría, desconectar de vez en cuando la dichosa Black Berry, para que cuando se produzca el nuevo apagón tecnológico, nos pille con capacidad de mantener el contacto social, a través de la palabra.-
¿Qué hay de aquellas relaciones personales o de negocio, que se fraguaban a través de una conversación personal y directa, sin presionar botoncito alguno?....Pues ni más ni menos que ha quedado reducida a lo testimonial.- Son éstos artefactos tecnológicos de última generación que enmudecen la palabra hasta parámetros testimoniales (hay quien ya solo la usa para hablarle a su perrito) los causantes de la desconexión social, entendiéndola como base de las relaciones humanas, personales y de negocio.-
La concentración exclusiva de la información, a través de un aparatito de poco más de 200g de peso, el manejo de la misma de forma preferente a través de dicho canal, nos convierto a ciudadanos en esclavos pensadores, en torno a un antro tecnológico, ahora llamado Black Berry y mañana dios sabe como.-
Pero, ¡hay amigo! Si no portas dicha espada, ni controlas con destreza su uso, estas marginado socialmente, del control y actualización constante de la información, a la que estamos abocados, salvo que quieras comprarte un “rebañito de cabras” y echarte al monte, olvidándote por completo de la sociedad actual.-
No digo que sea una alternativa fiable, pero si recomendaría, desconectar de vez en cuando la dichosa Black Berry, para que cuando se produzca el nuevo apagón tecnológico, nos pille con capacidad de mantener el contacto social, a través de la palabra.-
El modelo anglosajón se impone al modelo mediterráneo de vida. Son grandes amantes de aparatejos, artilugios y cachivaches. El efecto que tu comentas también se produce en los colegios e institutos: los chicos/as se han vuelto hiperdependientes del móvil y del Tuenti dejando poco tiempo para concentrar esfuerzos en el aprendizaje o en la conversación tranquila y sosegada.
ResponderEliminarPara mí que esta situación se parece a la del péndulo del reloj y no tardaremos mucho en valorar en su justa medida el otro lado del péndulo.
Un saludo. JL Pueyo