Castiga a las grandes empresas, tanto o más que la dichosa crisis.-El miedo permanentemente instalado en la mente del trabajador, a perder su puesto, las constantes fusiones o absorciones de empresas, produce en sus operarios más veteranos una sensación de peligrosa inseguridad, que junto a la indefinición futura de la viabilidad de su empresa, le hacen caer en un “absentismo emocional” cuyo coste laboral no está verdaderamente cuantificado.-
Cuando el empleado no comparte ni es partícipe de los planes a futuro de la empresa, se siente un elemento desplazado o “desplazable”, que incrementa la falta de identificación con ella, su logo y su marca, de tal manera que lo que durante muchos años ha considerado como propio, en cualquier momento piensa puede volverse contra él de la manera más dura que experimenta un trabajador….el despido, el ere, o como se llame ahora.-
Se produce el caso del trabajador, calienta silla, o calienta puesto, que como un autómata, se limita a acudir a su puesto de trabajo, instalado en el miedo, la desconfianza y la inseguridad permanente.-
No se centra en el trabajo, en los métodos, en los objetivos; porque piensa que ni unos ni otros han sido consensuados ni opinados con la masa laboral.-De esta manera se llega a la desconexión del binomio empresa-trabajador, que cuan síndrome de “Estocolmo” ha arrojado brillantes resultados años atrás.-
Uno es más empresa, cuando siente que ella cuenta y participa de sus objetivos con quien ha de conseguirlos.-Cuando comienza a sentirse un número laboral, sin más peso que el coste salarial que representa para ella, comienza a producirse la desvinculación emocional, cuyo coste verdaderamente es incuantificable, pero yo pienso que es enorme.-
Este fenómeno se repite en ésta crisis, a medida que avanza la sensación de inseguridad laboral, que ya para nada mitiga el hecho de una gran antigüedad y años de compromiso con la empresa.-La última reforma laboral ha contribuido a extender la sensación entre trabajadores y empresa, de ser polos necesarios y complementarios, pero frecuentemente contrapuestos.-
Triste realidad, pero ahí está, y si nadie lo remedia en creciente aumento.-
Cuando el empleado no comparte ni es partícipe de los planes a futuro de la empresa, se siente un elemento desplazado o “desplazable”, que incrementa la falta de identificación con ella, su logo y su marca, de tal manera que lo que durante muchos años ha considerado como propio, en cualquier momento piensa puede volverse contra él de la manera más dura que experimenta un trabajador….el despido, el ere, o como se llame ahora.-
Se produce el caso del trabajador, calienta silla, o calienta puesto, que como un autómata, se limita a acudir a su puesto de trabajo, instalado en el miedo, la desconfianza y la inseguridad permanente.-
No se centra en el trabajo, en los métodos, en los objetivos; porque piensa que ni unos ni otros han sido consensuados ni opinados con la masa laboral.-De esta manera se llega a la desconexión del binomio empresa-trabajador, que cuan síndrome de “Estocolmo” ha arrojado brillantes resultados años atrás.-
Uno es más empresa, cuando siente que ella cuenta y participa de sus objetivos con quien ha de conseguirlos.-Cuando comienza a sentirse un número laboral, sin más peso que el coste salarial que representa para ella, comienza a producirse la desvinculación emocional, cuyo coste verdaderamente es incuantificable, pero yo pienso que es enorme.-
Este fenómeno se repite en ésta crisis, a medida que avanza la sensación de inseguridad laboral, que ya para nada mitiga el hecho de una gran antigüedad y años de compromiso con la empresa.-La última reforma laboral ha contribuido a extender la sensación entre trabajadores y empresa, de ser polos necesarios y complementarios, pero frecuentemente contrapuestos.-
Triste realidad, pero ahí está, y si nadie lo remedia en creciente aumento.-
Estamos llegando a una situación en la que se va a producir fuertes cambio estructurales y sociales en Europa. Este cambio lo va a protagonizar la masa social no los políticos ni los empresarios. Ya está bien de que nos mientan continuamente, de que adapten la sociedad a los intereses de los ricos, ya está bien de que nos gobiernen los dueños de los bancos. Se estan cargando la Economía del Bienestar por la que hemos luchado y nos hemos sacrificado durante decadas para que ahora venga esta panda de chorizos politicos y empresarios a desmantelar todo. La distancia entre ricos y pobres ha aumentado notablemente. Los productos caros tienen record de ventas en años de crisis, esto solo se explica que hay alguien que está "forrando" a nuestra costa. Hay que parar esta maquinaria destructora de nuestra sociedad. Hay que empezar desde abajo, los sindicatos de clase apoltronados son los grandes culpables de esta situación. Estos no se representan mas que a sí mismos. ¡Hay que limpiarlos de gente corrupta y aprovechada!
ResponderEliminar¡Con lamentos y reflexiones pseudo-depresivas no vamos a ningun sitio!. ¡¡hay que luchar!!
Me da la impresión Mestevi de que esta reflexión esta impregnada en un baño depresivo. No podemos doblar la rodilla tan facilmente. Debemos irrumpir en este cambio social como el coche que entró en casa de Fidel, a toda velocidad y sin pedir permiso para entrar. El tiempo corre en contra nuestra. ¡Animo luchador!
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