El error tiene un coste, la equivocación no admite disculpa, en política por lo menos.-
El ciudadano puede equivocarse, sobre todo en el voto, tal como está estructurada la forma de acceso al poder, la falta de exigencia ciudadana a que el político cumpla con lo máximo de lo prometido, facilita la llegada al mismo, de gente sin ningún tipo de escrúpulos.-El “y tú más” creen les justifica cualquier tropelía, cualquier corrupción injustificable, saben que va a ser excusada por sus fieles, y no olvidemos que son esos fieles los que le facilitan el acceso al gobierno de éste país.-
En las próximas elecciones seguramente veremos una horquilla de indecisos y abstenciones que superará el 40%, creciendo a medida que el descrédito y desconfianza hacia la clase política siga aumentando sin control.- Se producirá la paradoja de que un partido gobierne en mayoría con escasamente el 30% de los votos posibles.-
¿Qué puede hacer el ciudadano ante semejante deslegitimación del régimen democrático?..Podemos refugiarnos en la crítica de “barra de bar”...en un “a mi me dá igual” que es una forma de golpismo por inacción, quizás tanto o más peligroso que el que se ejerce con pistolas.-
Los conflictos laborales nos abruman, rodean e incluso asfixian, hoy a ti, mañana a mí.-Es aquí también en los colectivos sociales de las empresas, donde se siembra la desconfianza, la desunión, la envidia enquistada en un “sálvese el que pueda” que alguien ha conseguido volver a implantar en las empresas, como en los difíciles y convulsos años de principios de los 80.-
Es entendible, el miedo, la inseguridad e incluso la angustia personal que dichos elementos producen en el asalariado de cualquier empresa de la actualidad.- Pero preocupa más la apatía la inanición, y el esconderse bajo el caparazón de la tortuga esperando que “la suerte” te salve, convencidos de que “la justicia” no existe.-
La paralización del individuo, es el éxito del ataque de “los mercados”...un poco de todo, futbol, toros, debates independentistas y “salsas rosas” contribuyen a la anulación de la iniciativa individual, de la “parálisis” con el constante “análisis”.-Y les aseguro que hay multitud de excusas, justificaciones banales e inventadizas de todo tipo que pueden valernos para excursar cualquier amago de intento participativo social que asalta nuestras mentes.- Lo mejor es esperar a que se te pase, como coloquialmente se decía antiguamente con “las ganas de trabajar”.-
El miedo a reivindicar, porque quizás consigamos algo, y nos demuestre que el inmovilismo es el peor de los “móviles”…y démonos cuenta además que nuestros hijos más mayores o más pequeños, tendrán el guión de comportamiento de sus padres como cierto ideario de futuro.-Es algo genético, se lo aseguro.-
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