Lo social y lo políticamente correcto, conviven con discrepancias y enfrentamientos constantes, entre las formas de expresión del individuo.-Seguimos presos de lo que oímos, de lo que entendemos y de lo que creemos veraz, según quien nos lo cuenta.-Mantenemos el encasillamiento social, el marcar a cercano o individuo en general, con un marchamo y estigma personal, que nosotros le definimos sin contrastar que nuestras bases informativas, sean adecuadas para lo que estamos haciendo.- El “este me cae mal” o “este me cae bien”, es mi amigo o mi enemigo, carece en muchas ocasiones de fundamentos basados en la comunicación con el sujeto en cuestión.-Es más fácil, separar, marcar o señalar; que hacer un ejercicio profundo de comunicación conpartido, con el objetivo de ajustar nuestro análisis a unas reflexiones lógicas en base al intercambio de palabras.- Alcahuetes, criticones, rojos, azules, falsos, necios, etc. etc. y toda serie posible e imaginable de improperios lanzados hacia nuestro vecino o compañero de trabajo, carecen en la mayoría de ocasiones de ningún rigor de fundamento.-
Hay unos cánones de clasificación que los marcan generalmente, el trabajo, su escalón social, su ideología manifestada, (política-claro) que determinan en nosotros la especial simpatía o antipatía hacia el convecino.-
Lo peor es que una vez manifestada, jamás nos dirigimos a él de forma directa y mesurada, para decirle.: ¡Oye me caes mal por esto y lo otro”…..preferimos dejar pasar el tiempo para que dicha antipatía se enquiste, y a menudo se acerque a un sentimiento más de odio que otra cosa.- Lamentable, pero es así, muchas relaciones sociales aparentemente armonizadas, están basadas en un ejercicio de hipocresía constante, que impide vayamos partiéndonos la cara por las esquinas.-
Si ejerciésemos más a menudo la conversación y el dialogo, claro y sincero, evitaríamos frecuentes ardores de estomago que pueden derivar en úlceras.-Seguro que cada uno de nosotros en nuestro pueblo o ciudad nos cruzamos con casos identificables con lo anterior, o ¿no?...
Hay unos cánones de clasificación que los marcan generalmente, el trabajo, su escalón social, su ideología manifestada, (política-claro) que determinan en nosotros la especial simpatía o antipatía hacia el convecino.-
Lo peor es que una vez manifestada, jamás nos dirigimos a él de forma directa y mesurada, para decirle.: ¡Oye me caes mal por esto y lo otro”…..preferimos dejar pasar el tiempo para que dicha antipatía se enquiste, y a menudo se acerque a un sentimiento más de odio que otra cosa.- Lamentable, pero es así, muchas relaciones sociales aparentemente armonizadas, están basadas en un ejercicio de hipocresía constante, que impide vayamos partiéndonos la cara por las esquinas.-
Si ejerciésemos más a menudo la conversación y el dialogo, claro y sincero, evitaríamos frecuentes ardores de estomago que pueden derivar en úlceras.-Seguro que cada uno de nosotros en nuestro pueblo o ciudad nos cruzamos con casos identificables con lo anterior, o ¿no?...
Comentarios
Publicar un comentario